Macri repitió el mismo guión de Tucumán 2015: LOS NIETOS DEL FRAUDE PATRIOTICO

Las operaciones mediáticas que precedieron a la victoria del PRO-UCR sobre Daniel Scioli, comenzaron con la muerte de Nisman y después siguieron con el triple crimen de Rodríguez, luego la cuenta inexistente de Nilda Garré y Máximo Kirchner, los 200 mil dólares que nunca cobró Kicillof como asesor de Aerolíneas, Milagro ordenando la muerte de un dirigente radical y terminaron con el supuesto fraude tucumano…

Macri versión 2021, volvió a plantear la misma denuncia que hace seis años. La que repitió Esteban Bullrich tras las PASO 2019 (“Claramente hubo en las PASO un fraude muy, muy grande”), con el agravante que esos fuero comicios fiscalizados por su gobierno.
La gastada, pero siempre efectiva estrategia de demonizar al campo nacional y popular, es el único camino que le queda a la derecha, cuando no puede discutir de frente sus deseos inconfesables: importaciones, muerte de la industria nacional, endeudamiento externo, patria financiera, herir de muerte a la salud y la educación pública, represión, negacionismo sobre el terrorismo de Estado, etc., etc.
“¿Quién es el nuevo juez electoral en la provincia de Buenos Aires? ¿Es un juez ecuánime o es un juez militante? Es Ramos Padilla, que es un juez militante”, señaló Macri en su incorporación a la actual campaña electoral.
El Consejo de la Magistratura respondió: “Más allá de las respetables opiniones, críticas o encomiásticas, que cualquier persona pueda tener respecto de un/a magistrado/a, debe ponerse de relieve la transparencia y seriedad del sistema de selección de los/as jueces/as de la Nación que tienen a su cargo el control de los procesos electivos”. Firmaron Santiago Corcuera, Daniel Bejas y Alberto Dalla Via y por supuesto, se abstuvo de apoyar el texto el diputado del PRO Pablo Tonelli.
Los medios de comunicación que formando parte o respondiendo al poder real, se conviertieron en el partido político más importante de la derecha, buscaron acorralar al kirchnerismo en la previa de las elecciones presidenciales 2015. Apostaron muy fuerte y comenzaron a transitar un camino sin retorno, en el que la antipolítica buscó tapar con denuncias basadas en la “corrupción”, 12 años de un modelo de país que entre otras muchas cosas, puso de pie a la política, que con industria nacional recuperó el trabajo y el mercado interno, reestructuró deuda vieja y no tomó créditos nuevos, volvió a pelear por la Patria Grande, renovó el reclamo por Malvinas y terminó con las leyes de perdón.
Primero la denuncia del fiscal Alberto Nisman (15 de enero: “AMIA: Acusan a Cristina de encubrimiento a Irán”) y luego coparon la parada, con la utilización de su suicidio (18 de enero: “Conmoción política: encuentran muerto al fiscal Nisman”).
Instalada la idea de una “presidenta asesina”, apareció en la “realidad paralela” de Clarín, una cuenta millonaria en dólares a nombre de Máximo Kirchner y Nilda Garré (29 de marzo: “Revelan que Garré había manejado dos cuentas en Irán”) y en el tercer acto de la comedia, el diario de Magnetto aseguró que Axel Kicillof cobraba 200 mil dólares como director de YPF y Siderar y subgerente de Aerolíneas. (14 de mayo: “Mientras pelea con los gremios, Kicillof gana más de 400.000 pesos”).
Por último, vincularon a Milagro Sala en el crimen de un militante radical (22 de agosto: “La familia confirmó que el militante muerto en Jujuy era radical: Ariel Velázquez había sido baleado en las vísperas de las PASO”) y transformaron a Aníbal Fernández, en uno de los ideólogos del triple crimen de Gral. Rodríguez, vinculado al tráfico de efedrina (3 de agosto: “Involucran a Aníbal Fernández con el triple crimen de efedrina”).
Ninguna de las operaciones estuvo vinculada a la economía macro o a los números domésticos. El neoliberalismo eludió al adversario más complicado, porque esa pelea estaba perdida mucho antes de subir al ring. El resultado positivo del balance (salarios, producción, crecimiento y deuda externa), sobrevivió a errores internos y ataques externos.

DENUNCIA DE FRAUDE: La oposición modelo 2015 liderada por Macri, instaló la posibilidad de una “trampa” y después, un tribunal incompetente dispuesto a congelar la voluntad popular, por primera vez en 32 años de la nueva democracia (la Cámara en lo Contencioso Administrativo, tomó por asalto el rol de la Junta Electoral). El resultado de ese río revuelto, convirtió a la campaña presidencial en una verdadera conspiración contra la verdad y el sistema quedó mal herido por marchas y cacerolazos opositores. 
En Tucumán se instaló la denuncia de fraude sistémico y sistemático, a través de la boleta de papel; una fábula que no tiene un solo caso real en el que apoyarse, desde las elecciones de octubre de 1983.
En esa comedia mal actuada (dos dirigentes de Acuerdo por el Bicentenario, quemaron 42 urnas en Santiago Moya, departamento Monteros, mientras la prensa hegemónica acusaba al kirchnerismo), nació la idea del voto electrónico; un proyecto que la oposición frenó en el Congreso en 2016, ante la probada vulnerabilidad potencial, de un sistema que resulta imposible de auditar. Sin garantía de estar libre de hackeos, Macri pedía a gritos adoptar un formato que prohibieron Inglaterra, Alemania, Holanda, Irlanda y Finlandia y que protagonizó más de un ridículo, en los comicios que le dieron la presidencia de los Estados Unidos a Donald Trump.
Cuando el voto electrónico ya había sido desactivado en el Senado (diciembre 2016), el ministro de Modernización, Andrés Ibarra, fue denunciado por un acuerdo suscripto con Corea del Sur, que incluiría la compra de las máquinas de voto electrónico. La denuncia penal fue hecha por la abogada Valeria Laura Carreras, quien propuso se investigue si el ministro incurrió en los delitos de «malversación de caudales públicos», «abuso de autoridad» y «violación de los deberes de funcionario público».
Dos meses después del supuesto fraude tucumano, el Frente Para la Victoria (Scioli) se impuso con el 48,54% de los votos, contra el 26,84 de Cambiemos (Macri). Si antes hubo robo, como gritaron los integrantes de la foto de familia con Mauricio en la cabecera y Sergio Massa, Ernesto Sanz y Margarita Stolbizer en la mesa; la provincia lejos de rebelarse, aumentó a 200 mil votos la diferencia de aquella cuestionada elección que ganó Juan Luis Manzur. El victimario vestido de víctima, fue el radical José Manuel Cano, que recibió como premio a su lealtad, la promesa del Plan Belgrano.
Cinco tapas consecutivas con Tucumán como título principal, entre el 24 y el 28 de agosto:
“Lento escrutinio, violencia y denuncias en Tucumán: La oposición reclamó la suspensión del escrutinio y denunció el ataque a tiros en sedes partidarias” (Clarín, 24 de agosto).
“Tucumán: dura represión a una protesta opositora: Una multitud se manifestaba frente a la Casa de Gobierno en repudio al presunto fraude en la elección del domingo” (Clarín, 25 de agosto).
“Una multitud marchó en Tucumán en repudio a la fuerte represión: Macri, Massa y Stolbizer se muestran hoy juntos, en potente gesto político” (Clarín, 26 de agosto).
“Macri, Massa y Stolbizer, piden transparencia al gobierno: Es por el escándalo en Tucumán y con la mira puesta en las presidenciales de octubre” (Clarín, 27 de agosto).
“La oposición reclama boleta única para las elecciones de octubre: Es después de las denuncias de fraude en Tucumán. Lo plantearon los legisladores que responden a Macri, Massa y Stolbizer” (Clarín, 28 de agosto).
Un año y cuatro meses después de asumir Cambiemos en Nación, Alpargatas suspendió por una semana el 11 de abril de 2017, a 1.100 trabajadores en su planta tucumana y en mayo programó el segundo tramo del achique, afectando con la misma medida a 1.300 empleados. La realidad siempre vence a la ficción…
En Tucumán, Cambiemos avisó que iba a gritar fraude en la nacional, copiando el manual de estilo de la derecha venezolana que en Brasil 2014 ya había tenido como alumno a Aécio Néves (34.897.211 de votos). Después de perder por 3,2 puntos en las presidenciales frente a Dilma Rousseff (43.267.668), presentó ante las autoridades electorales una solicitud de auditoría “para disipar cualquier tipo de duda”.
En las elecciones presidenciales argentinas 2015 (con boleta papel y todos los argumentos del fraude que según la derecha, estaban vivitos y coleando), Cambiemos se impuso con el 51,34% (12.988.349), contra el 48,66% (12.309.575) del Frente para la Victoria. Con una diferencia de 678.774 votos, la barbarie dejó el poder sin escándalos mediáticos, ni denuncias judiciales. Y la civilización, esta vez no tuvo quejas.
Se trataba del mismo sistema electoral, con el que el PRO había las elecciones porteñas desde 2007 y con el que llegaron a la presidencia en 2015. Los nietos del “fraude electoral” en la “década infame”, ahora retomaron un guión gastado, a través del relato de un actor devaluado.