20 de octubre de 2010: Un crimen, dos muertes

A las 20:30, Néstor llamó a Cristina. Había estado toda la tarde buscando al asesino de Mariano Ferreyra: “Lo tenemos. Encontramos al tipo, sabemos quién es. Uno de Quilmes lo conoce, estuvo”. Después Kirchner se comunicó con el ministro de Justicia, Julio Alak y se encontraron en Olivos.
Conocido el asesinato, Máximo llamó a Néstor: “Viejo es como si me hubieran matado a mí”. Kirchner murió una semana después y una frase de su hijo, sintetizó para siempre el impacto que el hecho produjo en el ex presidente: “La bala que mató a Mariano Ferreyra, también rozó el corazón de Néstor”.
20 de octubre de 2010. Cerca de las 10:00 de la mañana, militantes del Partido Obrero encabezaban una marcha de trabajadores tercerizados del Roca. Sobre las vías, cerca de la estación Avellaneda, porque querían potenciar el reclamo. Reclaman por la reincorporación de despedidos y el fin de la precarización laboral de una parte importante del plantel.
Una patota de la Unión Ferroviaria, gremio manejado en los últimos 25 años por José Pedraza, enfrentó el reclamo y no permitió que se obstaculice la marcha de los trenes.
La militancia empezó a caminar por una calle lindera y los dos grupos quedaron frente a frente. Cerca de las 13:30, volaban piedrazos y botellazos a la distancia. Después vino la carga de los de Pedraza, que bajaron de un terraplén para la batalla cuerpo a cuerpo. Hasta que desde el grupo de la UF comenzaron los disparos.  Una bala impactó en el estómago y llegó al corazón de Mariano Ferreyra. Tenía 21 años. Militante del PO y estudiante de historia. Otra dio en la cabeza de Elsa Rodríguez, que quedó en silla de ruedas, con el habla comprometida y una incapacidad total. También fueron heridos, Nélson Aguirre y Ariel Pintos.
Al día siguiente, desde el despacho de Alak llamaron a la fiscal de instrucción Cristina Caamaño, que había quedado a cargo de la causa. Le avisaron que ya existía un testigo clave. Alejandro Jesús Benítez, guarda de Constitución. Había estado en el lugar y se lo contó a un amigo. Lo pusieron en contacto con Francisco Gutiérrez, por entonces intendente de Quilmes. El Barba se comunicó con Néstor.
La declaración debía ser secreta y el testigo tenía que transformarse en “protegido”. Para eludir la guardia periodística en el despacho de Camaño (Paraguay al 1.500), Benítez fue trasladado cerca de la medianoche. El guarda planteó los nombres y apellidos, de las dos primeras claves del crimen: Pablo Díaz, delegado de la UF a cargo la convocatoria de la patota y Cristian “Harry” Favale, barra brava de Defensa y Justicia, autor de los disparos que terminaron con la vida de Mariano. 
Al día siguiente, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, le ofreció toda la ayuda necesaria a la fiscal. Camaño le pidió tener acceso a las escuchas telefónicas en tiempo real. Entonces cayeron Favale, Díaz, los ferroviarios Juan Carlos Pérez, Jorge González, Guillermo Uño, Salvador Pipito y el segundo tirador, el guarda Gabriel Sánchez, señalado por Favale en un careo en el juzgado.
La causa también determinó, que la Policía dejó actuar a la patota de la UF. Casualmente, la filmación de la Federal no grabó el momento de los disparos y los ferroviarios salieron de la zona liberada, por el mismo sector en el que estaban los uniformes.
Después fue el turno de los autores intelectuales: José Pedraza, titular de la UF desde 1985 y su segundo, Juan Carlos Fernández. Las escuchas judiciales arrojaron un dato fundamental. Pedraza planificaba a través de servicios de inteligencia y abogados, el pago de una coima de 50 mil dólares para que la causa le toque a una sala amiga de la Cámara Federal de Casación. Esa era la llave para liberar a los detenidos y desligar a Pedraza.
El 22 de febrero de 2011, la Policía Federal detuvo al sindicalista devenido en empresario, por orden de la jueza López. El juicio comenzó el 6 de agosto de 2012, duró ocho meses; terminó el 19 de abril de 2013.
La justicia determinó que para Pedraza, el ingreso a planta permanente de los tercerizados era una amenaza que podía terminar con su reinado. Pero además, en la casa del sindicalista se encontró una carpeta de la cooperativa “Unión del Mercosur”. Con la privatización menemista, el gremio creó esas cautivas y el estado pagaba por esos tercerizados.
Pedraza y Fernández, fueron condenados a 15 años de prisión. Díaz, Favale y Sánchez recibieron una pena 18 años. González y Pipitó, 11 años. Claudio Alcorcel, 8. Los comisarios Luis Mansilla y Jorge Ferreyra, 10 y 9 años de prisión, respectivamente.
El comisario Hugo Lompizano, el subcomisario Luis Alberto Echavarría y el principal Gastón Conti, 2 años. David Villalba, el operador de la cámara de la Policía Federal, una multa de 12.500 pesos. De los 17 acusados, solo fueron absueltos tres: los ferroviarios Pérez y Uño y el subcomisario Rolando Garay.
Pedraza salió de prisión en febrero de 2016 cuando le dieron la detención domiciliaria, por su estado de salud y porque tenía más de 70 años. Estuvo cinco años en la unidad de Ezeiza. Murió el 23 de diciembre de 2018 en la clínica Agote, a los 75 años
(Fragmento de «No les tengo miedo»).

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