“Con la flor de no me olvides, no olvidando esperaré. No me olvides, volveremos otra vez”

Un año después y en medio de una campaña electoral buscando presidente, casi ningún actor político de primera línea, siente realmente que Sabag Montiel puso una pistola a 15 centímetros de la democracia. Que esa noche fue sentenciado a muerte, el sistema; ese tiempo parido entre las preguntas sin respuestas del ’83, que hoy llega a su cumpleaños en muletas, conectado a un respirador artificial y con pronóstico reservado. 
Casi no hay dirigentes del campo nacional y popular, gritando que aquel 1 de septiembre de 2022, la bala buscó matar las recuperaciones de YPF y Aerolíneas, los salarios más fuertes de América latina, el fin de las AFJP, la Asignación Universal por Hijo, el PROCREAR, la nacionalización del Banco Central y la Ley de Medios.
No escucho a ninguno de los actores protagónicos de la escena política argentina, denunciar que el arma asesina buscó terminar con memoria, verdad y justicia. Que intentó enterrar el reclamo soberano sobre Malvinas, matar los sueños de Patria Grande, destruir dos satélites geoestacionarios en el espacio, olvidar el pago al Fondo Monetario Internacional y sepultar la restructuración de deuda externa.

La bersa de Sabag Montiel intentó volver a colgar los cuadros, buscó recuperar la ESMA para los represores, terminar con las paritarias, desaparecer cada una de las miserias de Papel Prensa, reflotar el ALCA, terminar con matrimonio igualitario y negar el derecho a la identidad de género.
Un año después, ella no está en la boleta. Corrieron todos los muebles a la derecha, pusieron la heladera en el baño y el lavarropas en el dormitorio. Un año después, ganó las PASO un tipo que recibe órdenes políticas y económicas de un perro muerto en sesiones de espiritismo. Que encanta prometiendo el fin de la educación y la salud pública, que dice que un riñón es una oportunidad de negocios, que Francisco es el representante del diablo en la tierra, que juró terminar con la justicia social y niega un derecho por cada necesidad.
Un año después, una negacionista, una nostálgica de Videla que aparece en los cuadernos de Etchecolatz, sueña con ser vicepresidenta. Un año después, la responsable de las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, la que nunca se solidarizó con ella por lo del 1 de septiembre de 2022, tuvo que ceder su protagonismo en la búsqueda de votos, porque no puede armar una frase profunda con cierta coherencia. Y un año después, los sueños oficialistas se volvieron tan pragmáticos, que solo se reconocen de a ratos.

¿Fuimos del sueño a la pesadilla, solo porque el “poder real” no aguantaba más? No, por supuesto que no… La complicidad del silencio de muchos dirigentes supuestamente cercanos, la traicionó y traicionó el modelo de país. Miraron para otro lado, cada cual atendió su juego. Un par de líneas con congoja plástica y aquí no ha pasado nada. Sobran mezquinos defendiendo su metro cuadrado. Buscan votos en tiktok y están convencidos que pueden salvarse solos, sin saber nadar y en un mar repleto de tiburones.
Pero tampoco se encendió la cláusula gatillo popular, esa que dice con “los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”. La inexplicable inacción de millones, la parálisis colectiva que nunca imaginé, terminó de acorralar la esperanza. La violencia extrema, hoy siente que goza de una zona liberada jamás pensada ni por el más optimista de los verdugos. Hay orcas en Plaza de Mayo, aunque no se vean.
Los que vivieron 12 años con dignidad, están entre confundidos y anestesiados, después de prometer que si la tocaban, el apocalipsis se iba a parecer a un cumpleaños de 15, ante el quilombo prometido.

Los Caputo, Milman, el carpinterito de Youtube, Capucheti, Rívolo, la vecina de Cristina, la panelista de Crónica, los volquetes con piedras de Larreta, los que minimizaron el hecho, los que hablaron de una mentira para victimizarla…, todos serán juzgados por la historia, pero por ahí cuando sea muy tarde.  
Pasa que esos tribunales imaginarios, tienen mucho laburo con causas viejas: los destituyentes de la 125, los que empujaron a Nisman a la muerte, los que hablaron de cuentas en paraísos fiscales, la crueldad de Bonadio, la persecución macrista, los que dijeron que Néstor no estaba en el cajón y lo mató ella…  

“No hay neoliberalismo sin traición”. “No hay fascismo sin traición”. “No hay ultraderecha sin traición”. Ellos solos no pueden, salvo que algunos de que dicen que son nuestros, estén siempre dispuestos a dar una mano.
Pero tranquilos, como decía Paco Urondo, “futuro y memoria” se vengarán algún día.