«A disposición del PEN»: Hay que rescatar a la democracia (Editorial 2 de febrero de 2024)

El neoliberalismo es incompatible con la democracia. Una doctrina económica basada en la transferencia de recursos del pueblo a las corporaciones, es una filosofía que amenaza de muerte el espíritu del sistema. Un proyecto que no cierra sin represión, es una declaración de guerra a la República. Sobran enemigos y traidores al sistema. A la democracia, hay que defenderla de la voracidad del “poder real”. Muchísimo más, en esta fase caníbal del capitalismo liderada por el fascismo de las “fuerzas del cielo”. Hay que ampararla una vez más de los que vienen por libertadas, derechos y garantías individuales y colectivas. Hay que protegerla de monopolios y oligopolios, multinacionales y locales; porque están apretando el acelerador para reinen sin obstáculos. Pero a partir de ayer, entramos en otra fase. Cuesta entre tanta violencia institucional, plantear que estas postales son un gran signo de debilidad política. La democracia, como se decía en la última dictadura, está a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Ahora hay que rescatarla.

Los uniformes, no se encargaron de desalojar las calles. Por orden de Patricia Bullrich y con recuerdos intactos de la Doctrina de la Seguridad Nacional, atacaron al pueblo. Están dispuestos a meter por las buenas o por las malas, a gran parte del rebaño en el corral. Así nos ven, así nos tratan… Gendarmería, Prefectura y la Federal, una vez más fueron fuerzas de ocupación en su propio territorio y con el protocolo patas para arriba, cortaron la circulación en las calles que rodean al Congreso. Un piquete represivo, que cortó las calles con camiones hidrantes, camionetas de Gendarmería y blindados de Infantería. La derecha en su versión mística convirtió una vez más a la población de su país, en el “enemigo interno” a vencer. El ministerio de Seguridad, a pedido del presidente, abrió la temporada de caza sobre militantes, legisladores, jubilados y prensa, con palos, balas de goma y gas pimienta. Casi 60 heridos, entre ellos Matías Aufieri, abogado del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, uno de los impactos le causaron una herida grave en uno de sus ojos. Atendido en el Hospital Santa Lucía, su pronóstico reservado. Ayer Bullrich le respondió a los tres relatores de Naciones Unidas, a los que le reclamaron que “no imponga restricciones indebidas al derecho a la libertad de reunión pacífica”, porque ni el Protocolo ni el capítulo de Seguridad de la Ley Omnibus, son compatibles con los estándares internacionales. “El derecho a la reunión pacífica, constituye el fundamento mínimo de un sistema de gobierno participativo basado en la democracia, los derechos humanos, el respeto de la ley y el pluralismo. La interrupción del tráfico no constituye violencia. Los estándares internacionales prevén que la sociedad toda pueda enterarse de las demandas de quienes ejercen este derecho, y subrayan que la libertad de reunión pacífica es un derecho, no un privilegio”, subrayó Naciones Unidas. La ONU también le dijo a Bullrich que no debería usar en el protocolo expresiones como “armas no letales” porque, en realidad, la experiencia muestra que esos dispositivos también pueden matar si se usan de manera indebida.

Dos miradas antagónicas, conviven desde hace casi 214 años en un duelo entre la vida y la muerte, el derecho y la explotación, las voces y el

silencio, la defensa y la entrega, la marginalidad y la opulencia obscena. Argentina 2024. Gobierna una plan basado en la eterna ilusión del derrame, el fin de la industria nacional, la deuda externa impagable, el ajuste permanente, la flexibilización laboral esclavista, las privatizaciones que rifan el patrimonio nacional, los tarifazos impiadosos y el regalo de los recursos naturales; tiene como única finalidad, transformar los derechos constitucionales en una mera formalidad. La síntesis perfecta de esa era cínica y cruel, la planteó el propio Milei en una nota para “The Wall Street Journal”. Entre otras definiciones ficcionales de los primeros pasos del gobierno libertario, dijo: «Nuestra política se diseña desde una perspectiva moral». Sin embargo, ningún aparato represivo es moral; ninguna fábrica de hambre es moral; ningún gobernante democrático con sed de suma del poder público, es moral; ninguna autorización de gatillo fácil, es moral; ninguna política diseñada para criminalizar la protesta social, es moral… Tampoco es moral la transferencia de recursos, ni la flexibilización laboral, ni las privatizaciones como oportunidad de negocios para amigos, ni amenazar a legisladores y gobernadores.

Como una mueca del destino, un Menem preside un debate que es hijo de la Reforma del Estado de Dromi. Todo parece una revancha del “poder real”, que vuelve a maximizar ganancias utilizando a la democracia y al patrimonio nacional.

La Argentina de libertad para el mercado y represión para opositores, hasta empezó a quedarle incómoda a un porcentaje importante que bancó el “cambio” en las urnas. La devaluación del 120%, la duplicación de la inflación, tarifazos, Democracia chiquitita, casi imperceptible… Ahora, hay que rescatarla.